Fundación Altiplano no sólo se preocupa de la restauración de los templos, sino que también de respetar la cultura andina, sus tradiciones y costumbres. Por ese motivo, es que el 20 de abril se llevaron a cabo dos ceremonias rituales: “La Gloria” y “La Wilancha”.
LA GLORIA : ceremonia de ofrenda que da inicio a las actividades
Comenzó el domingo por la noche con la reunión de la comunidad en torno al pueblo para moler “chulla” (pastillas dulces de colores). Una vez molidas se mezclaron con agua, formando un jugo con el cual se agradeció a los santos.
Al mismo tiempo, durante esta ceremonia cada persona debió agrupar 6 montones de hojas de coca, los cuales fueron bendecidos y depositados en una caja adornada como un regalo que se ofrendó al altar.
A las 6 de la mañana del día siguiente, la comunidad se reunió en la parte posterior del templo para realizar el sacrificio de un cordero previamente bendito, cuya sangre fue enterrada como ofrenda a la pachamama.
De manera previa al sacrificio, se quemaron las hojas de coca y se purificó el lugar, quemando tabaco y esparciendo alcohol puro. Terminadas estas actividades, la comunidad se dirigió al templo para beber el jugo de chulla y cada integrante recibió una pequeña piedra, que luego utilizó para purificar su cuerpo en la ceremonia de Wilancha.
LA WILANCHA: ceremonia ritual donde se ofrenda, generalmente una llama, la cual se degüella y con su sangre se challa ( o invita a la naturaleza). Luego, se esparce la sangre en los cuatro puntos cardinales y se rocía con ella la madre tierra o pachamama.
Es un acto que representa que la tierra ingiere la sangre y los “achachilas” o tíos (los abuelos ancestrales y no dioses), reciben la sangre como una ofrenda.
Previamente a la Wilancha se prepara una mesa ritual simple como ofrenda. En la mesa se ponen hojas de coca, chulla, billetes de dólar falsos, caramelos de distintas formas, vino con maíz, serpentina, flores de colores, incienso, copal, alcohol puro y un plato que contiene las pequeñas piedras repartidas anteriormente.
Finalmente, para continuar con las costumbres, los animales sacrificados son faenados y preparados en un almuerzo comunitario, teniendo como única precaución no tocar sus huesos, los cuales son sagrados y deben ser quemados junto a los caramelos de la mesa ritual cerca de la quebrada a las 6 de la tarde.